viernes, 29 de junio de 2012

Y LETI NOS HABLA TAMBIEN DEL HOGAR, GRACIAS

LA VOZ DE CHIQUI PARA EL VIDEO DEL 2009...

PAQUI HABLANDO DEL HOGAR

DESPEDIR A UNA ESTRELLA

Mi madre murió el cuatro de junio. Tuvo el último suspiro entre mis brazos, mientras le repetía que descansase en paz, que habia trabajado mucho, que se fuese a volar entre las estrellas y que cuidase desde dondequiera que esté de todas las estrellas de Cusco. Sus niños. A todos y cada unos los amaba como propios, y ese amor consigió que todos nosotros estuviesemos unidos.

Casi todos los que nos conoceis sabeis que mi madre no tuvo la posibilidad, aún dura y largamente peleada, de tener hijos biologicos.Yo llegué a sus brazos en el pasillo de un hospital. Ella esperaba junto a una amiga y me recogió de los brazos de una enfermera. La historia anterior la desconozco, pero lo que si aseguro es que la primera alegria que le dí a mi madre nacía de un profundo dolor en otra persona.

Quizás por eso, he vivido desde pequeña la entrega al prójimo más allá de parametros culturales, sociales o religiosos. Mi madre se deshacía con un nido caido del arbol, y a las cuatro de la tarde de cualquier dia de otoño, saliamos a la calle con la escalera para subirnos al arbol e intentar colocarle a la mama pajaro su nido y sus huevos como imaginabamos estaban antes. A veces, en dias de viento, llegaba a recoger tantos parajarillos sin plumas aún que parecian más cajas llenas de gusanos que de pajaros, pero ella los conseguia alimentar, enseñandoles a comer de su propia boca, y los pajaritos crecian y llegaban a volar fuera de la sala de nuestra casa.

Igualmente se daba a cualquier cria abandonada y en peligro. Tenia un instinto de ayuda tal, que era mas una necesidad, comparada con una generación como la suya que sobreviviendo a la guerra civil, resultaba normal, ahogar a las crias de gatos o de perros no deseadas, comer  pajaritos fritos y tirar de la cadena cuando el pez o la tortuguita dejaban de vivir.

He visto más de una vez a mi madre hacerle el boca a boca a un canario, revivirlo haciendole beber una gota de whisky, o salpicarle la cara con gotas de agua, y dormirnos juntas en el suelo esperando que nuestras perras pariesen.

Viví en la casa de mis padres hasta los trece años, y durante ese tiempo el ejemplo de entrega fué, por asi decirlo, cosa de niños. Amar, cuidar, proteger.

Cuando dejé la casa, la entrega de mi madre se direccionó hacia las personas, mayores, jovenes, con problemas, con dolor. Dedicó su tiempo por entero a catequizar, cuidar de enfermos y desarollar su lado artistico. Pintaba, hacia ceramica, iba al gimnasio, trabajaba en Horizonte, en la Asociacion contra el Cancer, en la Parroquia de la Divina Pastora, y pocas son las causas beneficas que le hayan pedido ayuda y se haya negado.

Depués nació el Hogar de las Estrellas Chaskawasy, y desde aquí, ha tocado cada puerta y ventana pidiendo para nuestros niños de Perú durante los ultimos diez años.

Su entrega a la vida ha sido absoluta. La razón, el porqué, lo desconozco. Parecia tener una fuerza sobrenatural, y si ella hubiese sido mi catequista, mi compañera, mi amiga, me sentiria muy orgullosa.

Deja un vacio terible en la vida de su esposo, de sus hermanas, en la vida de cada uno de los niños y trabajadores de Cusco por los que cada dia se lanzaba a la calle a pedir, a rogar, ayuda para ellos.

No es mi intención aquí rendirle homenaje a Paqui como mi madre, pero sí como persona que ayudó a los demas y dedicó su vida a crear un mundo mejor.