martes, 4 de octubre de 2011

CUANDO LLEGO LA SEÑORA MARIA

Cuando llegaron Maria y su hija, desgraciada e inevitablemente pensamos e hicimos comentarios negativos. "Para que vendrá si tienen familia", "Menudo marron nos vamos a comer y todo para decirle al final que no podemos ayudarle", " Al final nuestro amigo el funcionario no ha dado la cara y no las ha acompañado"...

La señora desprendia dignidad en tal grado, que de inmediato, Minerva y yo nos sentamos frente a ellas y nos quedamos en silencio escuchandola hablar. Tomabamos notas cuando respondia a las preguntas que le haciamos. Estaba ante dos desconocidas, extranjeras, hablando sus mas intimos dolores y preocupaciones sobre su hija.

El orden de las preguntas tiene casi siempre mucho que ver en la comprensión de una conversación, y antes de otras le pregunte que donde habia estado escolarizada la niña y que tipo de tratamiento habia recibido.

Ella explicó que un tiempo corto en San Juan de Dios y luego en San Martin pero que la habia retirado por miedo a lo que en el colegio pudiera pasarle a su hija y prefirio cuidarla ella, en casa o con una chica a su cuidado cuando salia a trabajar esporadicamente.

Tiene dos hijos, uno de 20 y la niña de 16. El hijo de 20 años se ha tenido que ir a vivir con la abuela paterna pues no puede convivir en el cuarto con la mama y su hermana. La mama no tiene tiempo ni posibilidades economicas para darle una buena educacion, tal como ahora la esta recibiendo, estudiando para ser ingeniero de sistemas en la Universidad.

El papa de la hija las abandono nada mas nacer. Antes de nacer su hija habia tenido tres abortos provocados por las palizas brutales que le daba su marido, Policia de profesion. Ahora, sin proceso o sentencia de separación o divorcio, el  papa les pasa una pension de alimentos de 200 soles mensuales, y hace muchisimos años que no ve a su hija.

La mama, antes de tener a su hija trabajaba en Corpac, en las tiendas del aeropuerto, y en una casa hospedaje. Despues nació su hija.

Tuvo un parto complicado, la niña trago liquido amniotico y sufrio axfisia cerebral. La niña nacio con un soplo en el coraz+on y permaneció mas de tres meses en una incubadora. A los dos años le diagnosticaron autismo moderado y retardo leve, pero convulsionaba diaria y permanente sin responder a ningun tratamiento.

La trasladaron casi tres años a lima, al hospital de la Policia, para ver la posibilidad, hasta ahora imposible, de controlar sus convulsiones.

A la edad de cinco años regresaron a Cusco. La señora Maria tenia que trabajar y escogia turnos noche. Dejaba a su hija acostada frente a la television y salia a trabajar de 6 a 2 de la madrugada en limpieza de hoteles. No tenia contrato de trabajo y era algo fijo. Solo la llamaban segun  las temporadas turisticas y el incremento de turistas albergados en el hotel.

Es significativo que en los ultimos años, la han llamado siempre del mismo hotel y la consideran una trabajadora impecable. Tambien administro el Karaoque del hotel en las noches, atendió en las tiendas del hotel, en las barras y en estos años ha podido hacer de todo en el mundo del housekeeping y la hosteleria.

Como madre sola con una hija especial, ha recibido criticas de vecinos y muchas veces ha tenido que cambirse de casa por las molestias que su hija, bien al reir, al llorar o al saltar, provocaba. Ademas, los vecinos se sentian inseguros cuando la niña quedaba sola en las noches y mas de una vez han llamado a la
policia para que verifique que una "loca" anda suelta dentro de su casa.

Cuando la niña tenia 9 años, decidieron irse a un barrio de la periferia, apartado, mas barato y de casas de adobe unifamiliares. La distancia a la ciudad era mayor  pero no podia más con las continuas quejas de los vecinos.  Estando en este barrio, una noche en la que ella habia salido a trabajar, la llamaron al hotel para decirle que su hija yacía en el suelo, a unos 20 metros de la puerta de su casa, tirada inerte sobre el barro.

Cuando ella llego junto a su hija, habrian pasado casi  40 o 50  minutos. La niña seguia allí, doce de la noche, alejada y tirada en el suelo de pasto bajo la helada de la noche. Nadie se le habia acercado siquiera a ponerle encima una mantita o para verificar si la niña estaba viva.

De la desesperacion, la señora Maria nos dice que no podia levantar a su hija ella sola para meterla dentro del taxi y llevarla al hospital de la Policia. El taxista no quiso ayudarla, pues la niña parecia estar muerta, y tuvo que llamar a muchas puertas para encontrar al hijo de unos vecinos que quisiera ayudarle a cambio de una propina.

En el hospital, en Cusco, la niña estuvo en coma durante tres años. Parece que alquien abrió la puerta de su casa, la niña salió al monte y le pasaron por encima caballos montados por cazadores. El chico de la propina, que fué quien le llamó por telefono al hotel  para avisarla, le dijo que nadie se habia bajado del caballo para ver qué le habia pasado a la niña.

Le habian pisado la cabeza, la columna y los brazos. Tenia la cabeza astilada en mil pedazos que se incrustaron en su cerebro como miles de agujas. Se le partieron costillas, los dos brazos y la espalda, pero no se percataron de ello hasta que pasados los tres años de coma, la enviaron a Lima para una revision.

Ya era demasiado tarde. Los huesos y la masa cerebral se habia endurecido como para intervenir en ella. Permanecieron casi un año en lima. Al regresar a Cusco la niña tenia ya 14 años.

La medicacion que la niña toma, los pañales que necesita diariamente, la atencion y la comida no se cubren con los doscientos soles, menos de 50 euros, que el papa le pasa mensualmente como pensión.

La madre, avergonzada todavia, nos confiesa que ella misma debe tomar antidepresivos, ansioliticos y anticomiciales pues de la tension ella tambien comenzó a convulsionar, ha pensado en el suicidio y no puede dormir.

Solo el coste de los medicamentos de las dos superan la cantidad que la mama recibe del padre cada mes. El estado de su hija ya no le permite dejarla sola para trabajar, vive rodeada de deudas en la tienda, en la farmacia y no recibe apoyo ninguno de su familia.

Para su familia, el haber tenido una hija especial es una verguenza y no le permiten acercarse a ellos. La señora Maria ha debido poner en varias oportunidades denuncias contra sus propio padre y hermanastra, sobre vejaciones, amenazas y malos tratos cuando ha intentado, por la necesidad, acercarse a ellos para pedirles cobijo y comida.

Y le dijimos que la comprendiamos, que era una madre campeona, excepcional. Que no albergariamos a su hija en nuestro hogar pues la niña está feliz y segura junto a su madre, pero le prometimos con el corazon en la mano ayudarla en todo lo posible.

Una historia desgarradora y a la vez, Minerva y yo nos llenamos de energia al comenzar a imaginar todo lo que podriamos trabajar para ayudar a la señora Maria y a su hija.

Buscarle un trabajo, encontrar una beca o alguna persona que costee el tiempo en el colegio particular de su hija para que la señora pueda trabajar, buscarle un cuarto cercano para poder cuidarlas, hacerle controles medicos, darles compresion, afecto y sobre todo, dar a conocer la historia de valentia y entrega para tener un ejemplo de aceptación y sabiduria a seguir como madres y personas.

Apoyemos a la señora maria y a su hija. Ayudanos a ayudarles.

lunes, 3 de octubre de 2011

LA MEJOR MADRE DEL MUNDO

Cómo sabemos que somos o son buenas madres si no es con el paso del tiempo? Lo sabemos, se sabe a jucio propio o alentados por el ajeno? Y lo ajeno es solo tus hijos u otras personas que inevitablemente rodean, acompañan o revolotean en tu y vuestra cotidianeidad.

La inmediatez del momento facilita la necesariamente buena interpretacion y justificación de los hechos, cuando por fuerza mayor, las cosas no se desarrollan tal cual te las habias diluida y brevememente imaginado (nunca ferreamente), quizas desde adolescente.

La asombrosa capacidad que tenemos de manipular la interpretacion de los hechos vividos, las necesidades ajenas, la miseria vecina que grita desde nuestra calle y nos vamos sorprendentemente huyendo de ella a buscarla en otro continente, condiciona inconsciente y brutalmente muchos de nuestros pensamientos y decisiones.

Puedo dar fé. Podemos crear la vida a nuestra imagen y semejanza. La meditacion, en occidente nos acerca más a comulgar o creeer firmemente en nuestro deseo, que en la pertenencia y triunfal disolución en el universo.. Hemos creado una meditacion que alimenta nuestro ego, nos alienta y da fuerzas para seguir siendo nosotros mismos.

Y sobreviviendo, conozco hoy  a la señora MARIA. Tiene mi edad.

Antes de la cita profesional y evaluadora en el hogar, inevitablemente porque somos gente  como somos( Minerva y yo), teniamos ciertas referencias.

Una niña de 16 años que vive con su madre pero consume su vida de mujer y necesita, segun un vecino funcionario del poder judicial  amigo, ayuda para internar a la menor y poder vivir su vida como madre de otro hijo sano.

Pero cuando vino, nos encontramos a una super mujer. Una super mamá.

Llegó 15 minutos antes de la cita. Su hija, abrazada a su dedo, codo o antebrazo, sonreia y sonreia con hoyuelos en ambas mejillas. Parecia que me miraba a los ojos, que me entendia si le explicaba algo corto, y luego estallaba en una risa que ojalá, realmente ojalá, pudieran disfrutar muchos de nuestros niños del hogar.No por la cantidad, sino por la calidad. Era una carcajada  diferente.

Hoy nos ha enseñado mucho y tengo el deseo y la esperanza de que nos enseñen  mas.

Puedes imaginar estar en un pueblo del interior de India y que  alguna persona te indique un lugar donde cenar, siendo ya de noche, habiendose puesto el sol, no siendo vegertariana,  llegues a un cousi antro familiar y  te lo pases real y  conservadoramente bien?... es inamaginable, no?.. pues mas alucinante ha sido conocer hoy a maria y a su hija.

Mañana continuo, ojala, pues la experiencia de hoy fue mas que enriquecedora y deseo compartirla con todo ustedes. Gracias

domingo, 2 de octubre de 2011

EL JUEVES PASO UN ANGEL POR EL HOGAR


Estaba en el ático, con Tanira, y ella, cansada de las molestias de Edwin, que no para,  que busca una pita, hilos o cuerda en cualquier parte del suelo o de tu vestuario, que a veces se acerca y te da un pequeño empujón, lo alzó y lo lanzó por la ventana.
En la planta baja fue la contadora Lupe que trabajaba con Martha en la oficina, quien vió al niño caer del cielo. Dice que rebotó en el friso de la entrada y de ahí cayo al césped como un muñeco inerte.
Había 40 niños esa mañana en el Hogar, y 8 monitoras adultas para su cuidado. Más de lo general pues la cifra suele estar entre 4 o 5 monitoras para todo, si no hay voluntarios. Al estar con los preparativos del aniversario estaban ayudando muchas trabajadoras, las más involucradas.
Pero sucedió. Nunca nos había pasado nada por el estilo y en cierta y humilde forma nos jactábamos de ello,  pero el jueves sucedió.
 Rosa salió a emergencias con el niño al Hospital Regional. Nos lo atendieron, pues la caída del tercer piso, en principio, puede pasarle a cualquier niño o niña independientemente de sus necesidades especiales o discapacidad.
Lo dejaron en observación unas cuatro horas. Nosotros, la enfermera Quely,  no quería, pero le dieron el  alta médica y llegó al hogar con el niño de la mano a las cinco horas de salir. Dijeron que como el niño no hablaba, ni se quejaba, ni lloraba, era absurdo hacerle raxos x, o tomografías o dejarlo en observación, pues “se justificaría si hubiese vomitado y además, como no es normal no sabían cómo era antes de la caída”.
Quien haya visto las fotos de nuestra casa podrá observar que el ático es un tercer piso muy alto. Edwin a penas pesa los 14 kilos y ya era un superviviente cuando llegó al hogar con sus hermanos.
Los dos niños estaban por la mañana en el ático y eso no debería haber sucedido. El ático no es la habitación de ninguno de ellos. El acceso al tercer piso debería haber estado cerrado y ellos no deberían haber estado allí.
 Algún día dejó de cerrarse durante el día el acceso al tercer piso, y como no sucedió nada, al siguiente día tampoco tuvimos preocupación en cerrarla. De ahí, no sé desde hace cuanto, se convirtió en habito el no cerrar con candado el acceso al tercer piso.
Edwin podría haber caído desde el columpio, o podría haber resbalado de la combi, o algún niño haberle empujado por las escaleras. Es evidente que cada segundo puede ocurrir un accidente que destroce o marque todas nuestras vidas, y es de agradecer que no suceda.
Edwin regreso en menos de cinco horas al hogar, con la cara asustada pero el cuerpo intacto, ni un solo rasguño o moretón.  Tanira, angelical y orgullosa, repetía a media lengua y sonriente su hazaña, pero en minutos lo olvidó, retomo su pañuelo y volvió a su vida.
Y al igual que Tanira, todos regresamos a las nuestras, con mayores o menores cargas emocionales.
 Pero llegara un momento, en el que no pueda cabernos o no podamos transformar en positivas las experiencias de cada día.
Por eso necesitamos un terapista, para nosotros los adultos, que nos sentimos culpables cuando para defender nuestra integridad debemos alejar al niño con un ataque de esquizofenia violenta, con una patada en el pecho, para enviarlo lejos y que te dé así  tiempo a recomponerte y levantarte del suelo tras su ataque, aunque sea  principalmente, para huir. O cuando vemos que de la nada, y con todo el amor que respiramos, comienza una feroz lucha entre dos de ellos y solo entre cuatro o cinco podemos separarlos. O que uno empiece a gritar desesperadamente  sin detenerse a respirar, chillando cada vez más fuerte y tú, que no puedes hacer nada para calmarlo, ves como otros niños empiezan a sentir la misma desesperación y gritan y chillan todos cada vez mas fuerte.
A veces, por no defenderte, te parten la nariz, o una pierna, o un dedo, o te echan encima una olla de 50 litros con sopa hirviendo. O simplemente ves como se hacen heridas, se autolesionan y por mucho que los observes los encuentran con la herida hurgada y sangrando de nuevo.
A veces son violentos, pero la mayoría de las veces y las que más dolor nos causa, es cuando indefensos, vemos que no avanzan, que no recuerdan hoy lo aprendido ayer, y  nos detenemos a pensar que será de ellos en un futuro cuando no podamos, quizás, tomar su mano y estar junto a ellos acariciandoles en nuestro regazo.
Ese es nuestro mayor dolor, nuestra mayor incertidumbre y nuestro mayor peso. El que necesitamos desesperadamente compartir con ustedes para juntos conocer nuestro vivir y sentir diario. 
Sus vidas están en nuestras manos, por ello reclamo sinceramente su atención y apoyo.