domingo, 10 de julio de 2011

Mi isla preferida

Sería precioso poder pensar que cada nueva sonrisa de nuestros niños les borra un mal recuerdo o experiencia.

Sería maravilloso pensar, que la plenitud del presente te permite no vivir del pasado o no permite que el pasado irrumpa en tus dias, en el momento mas inesperado, y te haga llorar.

Somos presente, deseamos serlo y mirar hacia adelante, pero el peso del pasado es una obviedad insalvable.

Han transcurrido muchos años desde que cuidamos de algunos de los chicos del hogar y en todos ellos se puede palpar el dulce paso del tiempo, que los hace sentir seguros y confortables en esta nueva vida para ellos.

Tratar de proporcionarles una nueva vida que ahuyente el pasado se ha convertido en mi vida y en la de muchos de nosotros. Esa esperanza ciega, que te imposibilita mirar hacia adelante, pero que te permite volcar todas tus fuerzas en el presente, es el motor de cada dia. No podemos permitirnos el lujo de pensar que las cosas no van a mejorar, que el Estado no nos va a tener en consideración o que nos faltaran socios y financiaciones para continuar. No podemos mirar hacia adelante porque nadie puede asegurarnos a ciencia cierta esto, pero lo que si podemos hacer y hacemos es, detenernos en cada momento presente, en cada nuevo logro de los chicos, en cada nueva expresión de sus caras que seguro tiene un nuevo significado que desean compartir con nosotros.

Todos vivimos con un pasado que forma parte de nuestro ser, pero para nuestros niños, debemos luchar contra ese pasado e intentar hacerlo desaparecer, para que puedan respirar profundamente, abrir bien los ojos, levantar la mirada y sentir de verdad los abrazos que reciben.

Es una linda pero ardua tarea, que consume casi todas tus energias cada dia. Lo que sabes que no has logrado para ti, lo peleas para ellos, y lo mejor es sentir que no estas sola en esta lucha. Dejar atras los malos tratos, el abandono, la tortura, el hambre, el frio, el miedo, la soledad.

Que nosotros seamos mas rapidos y fuertes que sus recuerdos nos permite vivir cada dia como en una isla maravillosa donde todo puede convertirse en realidad.

Presente, pasado presente.

Ayer pasamos el dia en el campo, en el Planetariun de Sacsayhuaman, con el grupo de voluntarios llegados del Strake Jesuit College gracias al contacto de Maria Teresa Milla y Flavia de la Barra, a quienes mando toda mi adoracion y respeto por la labor tan linda que realizan.

Nos invitaron al paseo. Vinieron un par de buses para receger a los 41 niños y a las 6 moritoras que desde el Hogar les acompañaban. Otro grupo, en el que nos incluiamos mis hijos y yo, subimos caminando desde el centro de Cusco y nos juntamos alla 53 personas de Hogar mas los 15 miembros del grupo, incluido el guia. Eramos 68, estabamos felices y lo pasamos super bien hasta las cinco de la tarde.

De repente, habia manos para atender a todos los niños, para jugar con casi cada uno de ellos y brazos para abrazar a los que lloraban, se caian o se asustaban por algo. Jugaron futbol, voley, subieron a columpios, jugaron con cachorros de perro, tocaron musica, algunos bailaron. Comieron fruta y queso, lo que nuca pueden comer en el hogar, a voluntad.. Mandarinas, platano, manzana.. solo deseaban otra pieza de fruta y se la ofrecian.

Lo impresionante no fue, aunque sea mas que destacable, la calidad material de la atencion. Lo increible fue la sinergia de todos con todos. La compenetracion de un grupo de 14 jovenes americanos con nuestros niños y trabajadores.. Cómo, desde el primer dia, sus corazones se abrieron a los nuestros y viniendo de una realidad tan lejana como Houston, y siendo relativamente jovenes, no casi niños, encontramos todos un lugar para compartir en el corazon, para encajar en cada una de nuestras vidas.

Salir a pasear fue algo tan natural como el final del paseo. Todo fueron risas en la despedida tras una semana de apoyo voluntario de cinco horas diarias en el hogar. Todos nos abrazamos, agradecidos por recibir esta experiencia de entrega...

Y no solo esto fue maravilloso. Fue tambien maravilloso que no tuvimos ningun accidente, que no se extravió ningun niño, que pudimos recordar tiempos pasados cuando economicamente teniamos la posibilidad de hacer una salida al campo y un paseo para los niños al menos una vez al mes y las responsables de los niños estabamos dispersas por el campo, cuidandoles y mirandonos a cada poco, para confirmarnos con una sonrisa en la cara que todo estaba marchando bien, que no habia problemas..Nos hizo, sobre todo, olvidar por varias horas soleadas sobre el verde pasto, que estamos en graves problemas economicos.